jueves, 15 de septiembre de 2016

LOS CÁNTABROS Y SU LUCHA CONTRA ROMA



    Remontándonos miles de años atrás (en la Edad del Hierro) podemos ver que la Península Ibérica estaba poblada por dos grandes grupos fundamentalmente: Los Iberos y los celtasLos primeros dominaban por completo la zona de Andalucía y el mediterráneo. Se cree que esta civilización descendía de los pueblos norteafricanos o mediterráneos. Su nivel cultural era increíblemente avanzado para su época, y comerciaban con otras grandes culturas como los griegos y cartagineses. Eran la antítesis del otro pueblo reinante: los celtas. Estos últimos procedían del centro de Europa, y se encontraban muy integrados con las etnias ibéricas. Ocupaban la parte interior, norte y occidental de la Península Ibérica. Era evidente, por la gran cantidad de terrenos que ocuparon, que eran gente guerrera, sin poder llegar a compararse con los íberos culturalmente hablando.
   Siempre se ha creído que todos los pueblos del norte de la Península descendían o formaban parte del grupo de los celtas. Obviamente galaicos y astures poseen unas raíces muy definidas con este pueblo, pero el caso cántabro es bastante diferente. Se cree, por varios motivos que la influencia celta no fue tan constante en el cantábrico oriental (Cantabria y País Vasco). Un ejemplo claro es la conservación de la lengua vasca, ya que si el dominio de los celtas hubiese sido completo muy posiblemente hubiese desaparecido o estuviese en mayor desuso. Algunas fuentes citan a los cántabros como el resultado de la mezcla entre pueblos indígenas del lugar (íberos o ligures) con los celtas haya por el siglo VIII a.C. Su lengua era claramente del estilo indoeuropeo (celta y antiguo europeo precelta). Contemporáneos como Joaquín González Echegaray y Eduardo Perarta confirman el carácter indoeuropeo céltico del mismo.
   Cabe destacar que el mismo término "cántabros" esta formado por la raíz celta "kant-" (roca, piedra, peñasco) y el sufijo "abr-", siendo los dos muy comunes dentro de las lenguas indoeuropeas. La conjunción del mismo significa algo como "pueblo/tribu que habita en las peñas" o "montañeses". Los nombres de las tribus pobladoras de la antigua "Cantabria" también posee raíces comunes del celta: Ejemplo claro es la tribu de los orgenomescos, nombre compuesto por "org-no-" y "mesk-". El sufijo significa matar, destruir, mientras que el prefijo alude a la embriaguez o borrachera. El resultado de su unión nos lleva a "los que se embriagan con la matanza". Estos argumentos son lo suficientemente claros para pensar que la parte oriental también tuvo una intensa influencia celta, aunque autores como Adolf Shulten discrepasen en cierto modo. 
   Las costumbres de las tribus cántabras iban muy relacionadas con las guerras y enfrentamientos. Los diferentes pobladores tenían lazos de afinidad en su manera de actuar, pero siempre manteniendo una distancia político-social que al final seria su perdición en las Guerras Cántabras. 
   Los cántabros además de organizarse en diferentes tribus, lo hacían en clanes. Ni siquiera el dominio romano pudo acabar con esta jerarquía. Sus viviendas se agrupaban en castros, poblados situados en lo alto de los montes para defenderse de las agresiones con más seguridad: Amaya, Monte CildáMonte BernorioCelada Marlantes. Se cree a ciencia cierta que muchos de ellos de eran de tamaño colosal, siendo indispensable para albergar tribus enteras en tiempo de guerra. Uno de ellos no solo fue importante en tiempos de los antiguos cántabros sino en la época actual: El Castro de Las Rabas (Celada Marlantes). En este gran castro se han recuperado decenas de objetos tales como fíbulas, cerámicas, cuchillos, etc.
   Se cree que muchas de las tribus cántabras poseían una estructura claramente matriarcal, aunque no todas. En las que sí, las mujeres eran las encargadas de los cultivos y de la gestión del terreno, mientras que el hombre se dedicaba a la caza y a la guerra. La descripción del cántabro modelo era de un hombre fuerte y fornido, siendo una de las definiciones más curiosas la del poeta Silo Itálico, el cual hace referencia a un grupo militar cántabro dentro de las Guerras Púnicas, como no englobados en el bando de Anibal.
   El miembro más destacado de esa milicia se llamaba Laro del que decía que "El cántabro Laro, aún desprovisto de dardos seguía siendo temible por la naturaleza de sus miembros y su gran corpulencia". Se sabe que dormían en el suelo, que se bañaban con agua fría y que comían una sola vez al día de manera abundante. Además eran aficionados a los bailes a los juegos atléticos y militares... Por desgracia para ellos se dice que sus conocimientos sobre medicina eran muy precarios, llevando a sus enfermos a los caminos a ver si alguien de los que por allí pasasen podría auxiliarle. Los romanos siempre achacaron sus bárbaras costumbres a varios factores: su carácter guerrero, la incomunicación de sus tierras y a la dureza del clima.
   No existe mejor manera para definir a un guerrero cántabro que las palabras escritas por el poeta Horacio: "Cantabrum indoctum iuga ferre nostra", que viene a decir algo como que "El cantabro, no enseñado a llevar nuestro yugo". Antes de las Guerras Cantabras ya habían demostrado su enemistad con Roma. Participaron en la guerra de los cartagineses contra Roma según nos cuenta Silo Itálico. También ayudaron a los vacceos, a los cuales solían robar ganado, en la guerra de la meseta castellana contra los romanos en el año 151 a.C. Se dice también que los romanos huyeron despavoridos de Numancia al saber que cántabros y vacceos tenían firmes intenciones de ayudar a los numantinos. Poco antes de las Guerras Cántabras esta noble gente fue de nuevo la pesadilla de Roma en la batalla de Lleida (año 49 a.C) según testimonio directo del mismísimo Cesar. Sus armas eran muy básicas, ideales para la táctica de guerrillas. Para defenderse llevaban una coraza, casco de cuero y escudo, pudiendo ser este de dos tipos (pequeño o grande según la circunstancia). Para el ataque que mejor que dardos, lanzas, espadas pequeñas y puñales, sin obviar el misterioso hacha de doble filo, del cual se tiene muy poca información. Cabe destacar dentro de sus decenas de habilidades que eran esplendidos jinetes, llegando a incorporar la mismísima caballería romana muchas de ellas incluso con el mismo nombre. Al combatir entonaban himnos de guerra, incluso en la cruz cuando eran torturados por los romanos. Increíblemente valientes y brutales a la vez, en ningún caso querían perder lo que más amaban: su libertad, llevando a matarse entre si para no ser esclavizados.
Castro cántabro de Santa Marina (Valdeolea)
Castro cántabro de Santa Marina (Valdeolea)
   Una vez conquistado el territorio de Regio Cantabrorum, los romanos se comenzaron a asentar en el territorio. Su objetivo no fue reprimir las incursiones cántabras en sus tierras de la Meseta, sino posiblemente el hacerse con nuestras riquezas, tanto oro (astures) como hierro (cántabros). Con su llegada las tribus fueron bajadas de los montes y los castros hacia los valles, donde fueron dispersados y esclavizados. Poco a poco la civilización romana iba calando, y prueba de ellos fue la aparición de tres importantes puertos: Portus Victoriae (Santander)Portus Blendium(Suances), Postus Vereasueca (San Vicente de la Barquera) y Portus Samanum. Justo al lado de este puerto estaba uno de los iconos de la presencia romana en Cantabria: Flaviobriga, de la cual existen restos en el subsuelo de Castro Urdiales. Esta última no puede clasificarse dentro del antiguo territorio cántabro, ya que pertenecía a los Autrigones, justamente en la "frontera oriental". Los geógrafos (Plinio, Mela o Estrabón) escribieron tantos datos y características que en la actualidad nadie se plantea la ubicación de estos lugares. En cambio, si avanzamos al interior, vemos que la localización de los asentamientos romanos es más difusa. Hacia el siglo II d.C, Ptolomeo aporto datos confusos sobre la situación de ocho ciudades o poblados cántabros de relevante importancia, además de las ciudades romanas. En primer lugar hizo referencia a la ciudad de Konkana, capital de la tribu de los Concanos. Se tienes varias hipótesis: según sus indicaciones se podría ubicar cerca de Santillana del Mar. De hecho en el pueblo de Vispieres aparecieron restos de una calzada y cerámica. Otra hipótesis más actual sitúa esta ciudad en la comarca de Liébana, más concretamente en Congarna. Destacar otro asentamiento, en este caso de la tribu de los OrgenomescosArgenomeskon. 
   Uno de los núcleos conocidos actualmente se encuentra cerca de Olleros de Pisuerga, más concretamente en el Monte Cildá. Icono de la belicosidad cántabra, en él se libraron crudas batallas contra los romanos. Se le atribuyen varios nombres, los cuales pudieron depender de las distintas épocas y pobladores del lugar: Vellika, Bergida o Attica. Lo que fue la población o ciudad en si se ubicaría en lo que hoy conocemos como el pueblo de Mave, mientras que el entramado defensivo se encontraba en el alto. Actualmente existen restos de una muralla defensiva construida allá por el siglo V, la cual pudo ayudar a contrarrestar los ataques germanos de aquel entonces.

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