Galaicos, astures y cántabros: Habitaban la zona norte de la Península que actualmente corresponde a Galicia, Asturias y Cantabria. Su origen puede remontarse a las gentes seminómadas que habitaban esta zona ya en la edad de los metales. Recibieron una cierta influencia de tipo céltico.
Vascones: Se encuentran entre los primeros pobladores de la Península. No se conoce con exactitud su origen y su lengua no guarda mucha relación con el resto de las conocidas en Europa.
Celtas y Celtíberos: Ocuparon el oeste y las mesetas de la península Ibérica. Eran distintos pueblos de orígenes diversos, desde gentes indoeuropeas que llegaron por el norte a partir del siglo IX, hasta pueblos autóctonos cuyo origen puede retrotraerse al neolítico y que sufrieron una cierta celtización. Estos pueblos fueron los que presentaron una mayor resistencia a la colonización romana.
Íberos: También formaban parte de los primeros pobladores de la Península y le dieron el nombre de 'ibérica', pero algunos creen que eran inmigrantes de Asia Menor de origen semita. Otros, en cambio, piensan que son el resultado de un flujo de distintas poblaciones a lo largo de miles de años. Basaban su economía en la agricultura de cereales, vid y olivo. Estaban situados al sur y al este de la Península.
Tartessos: Esta civilización ocupaba gran parte de lo que hoy en día es Andalucía, pero su núcleo principal estaba alrededor del último tercio del río Guadalquivir. Su origen es todavía motivo de discusión entre los estudiosos, unos creen que se trata de una evolución de la población de la Edad de Bronce de la zona y otros piensan que son fruto de la aculturación con pueblos venidos de fuera de la Península. Desaparecieron bruscamente a partir del año 500 a.C.
2. La llegada de los fenicios a la península Ibérica
En la franja costera del actual Líbano, se desarrolló entre el 1500 a.C. y el 539 a.C. una importante cultura: la fenicia.
Este pueblo se organizaba en ciudades-estado gobernadas por un rey. Las más importantes fueron Biblos, Tiro y Sidón.
Eran navegantes y mercaderes de la antigüedad y recorrieron todo Mediterráneo intercambiando sus productos. De ahí su importancia, ya que se relacionaron con los territorios donde establecieron colonias y factorías. Una de ellas fue Cartago (Túnez actual), que siglos más tarde desarrolló formando un pequeño imperio incorporando, entre otras, las colonias fenicias de la Península Ibérica que, tras la derrota cartaginesa por Roma, pasaron a formar parte del Imperio Romano.
Exploraron una parte importante de las costas atlánticas europeas y africanas.
En la península Ibérica fundaron importantes colonias, como Gadir (Cádiz), Malaka (Málaga), Sexi (Almuñecar), Ebusus (Ibiza), entre otras. Comerciaban con los pueblos indígenas peninsulares de los que obtenían sobre todo metales (oro, plata, cobre, estaño, hierro, etc.) y mediante el trueque, pero a partir del siglo V a-C. introdujeron la moneda.
Se atribuye también a los fenicios, el origen del nombre España, que se supone se deriva de "i-saphan-im" (el significado hoy día está en discusión y las traducciones propuestas son: costa o isla de los conejos, costa o isla remota, costa o isla de los forjadores, costa o isla al norte), que era como aquéllos llamaban a la Península.
Su gran aportación a la cultura fue la creación de una escritura moderna de tipo alfabético, es decir: con sus veintidós signos fonéticos eran capaces de representar cualquier palabra. Este alfabeto fue la base de los creados posteriormente por griegos y romanos (del que procede el nuestro).
Cartagineses:
Su capital estaba situada en Cartago, en la Túnez actual. Eran fenicios y llegaron allí desde Asia Menor. Primero fundaron colonias comerciales en el Mediterráneo occidental pero luego crearon un verdadero imperio. Acabaron enfrentándose a los romanos por la supremacía en esta zona.
Desde Cartago controlaron las rutas fenicias. En su expansión se enfrentaron con los griegos y más tarde con Roma (Guerras Púnicas). Controlaron las antiguas colonias fenicias y fundaron otras nuevas como Cartago Nova (Cartagena) y Ebyssos (Ibiza).
3. La colonización griega.
Los griegos comenzaron a llegar a la península Ibérica a partir del siglo VII a.C. Fundaron algunas colonias en la costa, como Emporion (Ampurias) o Rhode (Rosas). Estas colonias eran ciudades-Estado, aunque mantenían una estrecha relación con la ciudad-Estado de origen. Comerciaban con los pueblos indígenas peninsulares, especialmente con tartessos e íberos.
Del contacto con los fenicios y griegos llegaron avances agrícolas importantes, como el cultivo de la vid y el olivo. Introdujeron la metalurgia del hierro, la moneda, el torno rápido para hacer cerámica, el molino giratorio, la escritura, etc.
4. La conquista romana de la península Ibérica.
La conquista de la península Ibérica por parte de Roma se inició en el siglo III a. C. (218 a. C.) y concluyó, tras un proceso largo y complejo, en el siglo I a.C. ( 19 a. C.).
Se pueden distinguir tres fases principales:
1.- Conquista del este y el sur peninsular (218-197 a. C):
El inicio de la conquista se enmarcó en el contexto de la Segunda Guerra Púnica (guerras que enfrentaron a Roma y Cartago por la hegemonía en el mediterráneo occidental).
Los cartagineses tenían asentamientos importantes en el levante peninsular y desde allí atacaron Roma a través del sur de Francia y los Alpes. Roma contraatacó invadiendo las posesiones cartaginesas en Hispania a finales del siglo III. La victoria romana de Ilipa (209 a. C.) puso fin a la presencia cartaginesa en Hispania y consagró el dominio de Roma sobre el este y el sur peninsular.
2.- Conquista del centro y el oeste peninsular (155-133 a. C.):
Los romanos tuvieron que hacer frente a la resistencia de los pueblos de esta zona. Los mejores ejemplos son las guerras lusitanas (155-136 a. C.) en las que destacó Viriato, líder lusitano, y la férrea resistencia celtíbera en Numancia hasta su rendición en el 133 a.C.
La República romana vivió diversas guerras civiles que llegaron a la Península. Las luchas internas de Roma dieron lugar a enfrentamientos bélicos en la península. Un buen ejemplo es el enfrentamiento entre Pompeyo y César (49-45 a. C.). Estos conflictos aceleraron el dominio romano sobre la península.
3.- Conquista del norte peninsular (29-19 a. C.):
El fin de la conquista llegó en tiempos de Augusto, primer emperador romano, con la dominación de galaicos, astures, cántabros y vascones (guerras astur-cántabras).
La durante todo el proceso de conquista y una vez incorporada toda la península Ibérica al gobierno de Roma, Hispania fue dividida en varias provincias, según la época, para su mejor control y gestión. Así, en el siglo II a.C., se divide en Citerior (NE) y Ulterior (S); en el siglo I a.C., en época de Augusto, se divide en tres provincias, la Tarraconense (Tarraco), Bética (Córduba) y Lusitania (Emerita Augusta). En la época del emperador Caracalla, en el siglo III d.C. la Tarraconense se divide y se crea en el NO la Gallaecia. Finalmente, en época del emperador Diocleciano, finales del siglo III d.C., se articuló en seis provincias: Gallaecia, Tarraconense, Bética, Lusitania, Cartaginense y Mauritania-Tingitania (norte de África). En el siglo IV d.C. se incorpora la Ballearica.
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